El DVD, el Blu-Ray, o el lector de código de barras, objetos tan comunes en nuestra vida diaria, están basados en el láser. Este fue desarrollado en 1960, y no hubiera sido posible si Albert Einstein no hubiera desarrollado su teoría de la emisión espontánea e inducida de la radiación, propuesta en 1916. El tomógrafo por emisión de positrones, o PET, usado para obtener imágenes médicas, se basa en tecnología desarrollada para estudiar las partículas subatómicas. Hoy en día tenemos Wi-Fi gracias a técnicas desarrolladas para la observación de la evaporación de agujeros negros en radio astronomía. Todos estos ejemplos apoyan al llamado modelo lineal de la ciencia, el cual sostiene que el conocimiento desarrollado a nivel de investigación básica (no motivada en la búsqueda de aplicaciones prácticas) nos conduce, tarde o temprano, a la aplicación tecnológica. Existen también contrapropuestas que postulan que la investigación básica, desarrollada principalmente en las universidades, nos lleva rara vez a la aplicación tecnológica. Esto último equivale a decir que se puede desarrollar tecnología sin ciencia.
Pues bien, mediante un estudio publicado en la revista Science[1], que utilizó los 32 millones de artículos científicos publicados entre 1945 y 2013, y 4.8 millones de patentes otorgadas por la oficina de patentes y marcas registradas de los Estados Unidos, se ha demostrado que la producción de conocimiento científico es indispensable para el desarrollo tecnológico, el cual se traduce en patentes. Apoyando así, de manera contundente, al modelo lineal de la ciencia. Los resultados indican que el 80 % de artículos científicos más citados están conectados a patentes futuras, y a su vez el 61% de las patentes están conectadas a artículos científicos previos. Existe conexión cuando un artículo científico figura, explícitamente, dentro de las referencias en las que se basó una patente. Esta conexión puede ser también indirecta, lo que se da cuando requerimos de varias patentes intermediarias, enlazadas a través de sus referencias con la inicial, hasta llegar a aquella donde finalmente el artículo es citado.
El estudio encontró también que el tiempo promedio entre la fecha de publicación del artículo y la fecha de aplicación podría variar entre 7 y 23 años, dependiendo qué tan directa o indirecta sea la conexión entre el artículo y la patente. Este tiempo podría ser visto como no tan largo, si consideramos a la inversión en ciencia y tecnología como una política pública a largo plazo.
“[…] En la medida en que nuestra producción de conocimiento científico crezca, las chances de que este impacte en nuestra industria, a través de un desarrollo tecnológico, son cada vez mayores”.
La probada correlación que existe entre los artículos científicos y las patentes, no solo se da entre ellos, sino que estos indicadores, y ya viéndolo por país, están fuertemente correlacionados con el número de científicos (investigadores) y la dimensión de su gasto en investigación y desarrollo (I+D) (ver gráfico 3 página 91[2] ). Es claro que la inversión en I+D es la que propulsa la sinergia entre todos los otros indicadores, y está altamente correlacionada con el grado de desarrollo que un país tiene.
Con el fin de tener un diagnóstico claro sobre la situación de la ciencia en el Perú es necesario hacer referencia al I Censo Nacional de Investigación y Desarrollo a Centrosde Investigación – 2016[3]. Las cifras que aparecen en este valioso documento, y que debería ser mucho más discutido, no son muy alentadoras ya que el gasto en I+D hecho por el Perú en el año 2014 y 2015 fue de 0.08% del PBI, lo que equivale a la tercera parte, y casi la quinta, de lo que invierten en I+D Colombia y Chile, respectivamente. Ahora, si somos más ambiciosos y nos comparamos con el promedio de inversión en I+D de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organización a la que el Perú aspira a ser miembro, vemos que nuestra inversión es treinta veces menor que la de ellos. Estas enormes brechas preocupan aún más si tomamos en cuenta el fuerte incremento en inversión en I+D que hubo durante el gobierno pasado. En cuanto al número de investigadores somos deficientes también, ya que contamos con 0.2 investigadores por cada mil integrantes de la Población Económicamente Activa (PEA) cifra que representa menos de la mitad de los investigadores que tiene Colombia, la séptima parte de los de Chile, y es 63 veces menor que la del promedio de la OCDE. Una situación similar se refleja en otras variables que mencionamos anteriormente, como, por ejemplo, la producción de artículos científicos por investigador, que está muy por debajo de Colombia y Chile.
Los beneficios que le traería al Perú acrecentar su inversión en I+D, es decir elevar su producción en ciencia y tecnología, son múltiples. Aquí nos referiremos solo a algunos de ellos. Uno obvio es el que deviene de la demostrada correlación entre artículos y patentes. Esta implica que, en la medida en que nuestra producción de conocimiento científico crezca, las chances de que este impacte en nuestra industria, a través de un desarrollo tecnológico, son cada vez mayores. Esto ayudaría a que nuestro sector productivo sea más competitivo, e impulsaría de manera natural su diversificación, conduciendo a nuestra economía a que sea una del conocimiento. Un detalle no menor es que, para que este impacto se dé, la industria nacional debe entender la importancia de apostar por la investigación y el desarrollo.
“Diversificar nuestra matriz energética hacia energías renovables requiere de estudios para saber cuál es el tipo de energía apropiada según las características de cada zona, lo cual implica también la necesidad de conocimiento científico y tecnología”.
Otro de los beneficios que no suele ser tan enfatizado, es el beneficio sobre la educación. Elevar la inversión en I+D trae como consecuencia incrementar el nivel de la investigación en el Perú, el que a su vez conlleva crecer tanto en número como en calidad de investigadores. Puesto que estos últimos son, en su mayoría, profesores en universidades, el impacto en la elevación en la calidad de las mismas sería directo. No es casualidad que los países que más invierten en I+D sean los que tienen a sus universidades mejor posicionadas en los rankings internacionales.
El tercero, más que un beneficio, es una razón contundente del por qué el desarrollo de la ciencia y la tecnología debe ser colocado como una prioridad nacional, ya que es una cuestión casi de supervivencia. El Perú es uno de los países en el mundo más vulnerables al cambio climático, y esto nos va a traer una serie de consecuencias: mayor frecuencia e intensidad de fenómenos del Niño y la Niña, mayor ocurrencia de lluvias intensas, mayor ocurrencia de sequías, retroceso de glaciares[4]. El conocimiento científico y la tecnología están fuertemente involucrados en aspectos esenciales para la adaptación del Perú al cambio climático, como por ejemplo: estudio y monitoreo de diversos escenarios climatológicos, para con esta información evaluar nuestra vulnerabilidad en abastecimiento de agua y agricultura, o el monitoreo e investigación del retroceso de glaciares. Por otro lado, el cambio climático va a afectar nuestros recursos hídricos, y por ende nuestra generación de energía hidroeléctrica. Diversificar nuestra matriz energética hacia energías renovables requiere de estudios para saber cuál es el tipo de energía apropiada según las características de cada zona, lo cual implica también la necesidad de conocimiento científico y tecnología.
Finalmente, debemos señalar que desde hace algunos años el Concytec viene realizando una serie de esfuerzos por impulsar la ciencia y la tecnología que, entre otros, son: equipamiento de laboratorios, significativos paquetes de becas para realizar posgrados dentro y fuera del país, financiamiento para la venida de investigadores, creación de centros de excelencia, beneficios tributarios para las empresas que inviertan en investigación y desarrollo. Sin embargo, estamos aún en una etapa inicial de desarrollo, lo que se confirma en nuestros indicadores, que nos ponen a la sagaaún con respecto a nuestros vecinos. Por lo tanto, no podemos ni disminuir ni estancarnos en estos esfuerzos, sino por el contrario, debemos redoblarlos y mantener un continuo crecimiento en el tiempo. Si no lo hacemos las brechas se tornarán insuperables y nos quedaremos en el atraso y el oscurantismo. Si queremos ser un país de primer mundo, el crecimiento de nuestra ciencia y tecnología es indispensable, y esta, como hemos visto, es una afirmación basada en la evidencia.
Doctor en Física por la Universidad de Sao Paulo. Docente del Departamento de Ciencias de la PUCP, virtual presidente de la academia nacional de Ciencias y miembro de la Comisión Consultiva de Ciencia, Tecnología e Innovación.