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Columna de Opinion escrita por Robert Bernedo, PhD

Una vez más, sin una opción mejor, tendremos que adentrarnos en el dolor de nuestras tragedias nacionales para defender la necesidad de comenzar un cambio de rumbo en nuestro país, ya que si las cosas van por la misma dirección probablemente en el futuro no tendremos siquiera una oportunidad de intentarlo.

La parte más visible del impacto de la actual pandemia de COVID-19 es que ésta nos ha mostrado de forma brutal la frágil estructura social de nuestro país. Día tras día asistimos al doloroso espectáculo de nuestros sistemas de salud colapsados, niveles alarmantes (vergonzantes) de pobreza, ignorancia por doquier, el uso ineficiente (canalla?) de los recursos, corrupción en niveles inimaginables, gente que lucra de forma nefasta con el dolor de las personas, con sus necesidades, en fin, un sinnúmero de tragedias paralelas sucediendo y no parecemos vislumbrar días mejores, ni el cambio en la percepción de nuestro sentido de pertenencia social a una nación, a una comunidad, ni siquiera a nuestro barrio.

Atravesamos una crisis de magnitudes sin precedentes que nos ha permitido percibir, o sospechar por lo menos, que somos un (proyecto de) país que le ha dado (no solamente) a la ciencia, la salud y la educación de calidad un vergonzoso papel secundario. Si hablamos de ciencia en el Perú la realidad inmediatamente nos golpeará con la ausencia de un sistema bien estructurado de ciencia y tecnología que contribuiría a hacerle frente en mejores condiciones no sólo a esta pandemia, sino también a los demás problemas que tristemente subyacen aún en nuestra sociedad.

Para democratizar un desarrollo digno para los peruanos(as) no es suficiente vociferar un crecimiento económico basado en la explotación sin límites de nuestros recursos (finitos por cierto), que no ha traído por sí sólo mejoras significativas a la vida de los grupos más vulnerables, debemos ser un país que apuesta por una sociedad basada en ciencia como pilar esencial de desarrollo, un país que usa racional y eficientemente sus recursos , que apuesta por la educación en su sentido más amplio, toda vez que ésto nos permitirá crear, adaptar y optimizar oportunamente las soluciones para los problemas que aquejan sin descanso a nuestra gente. Sin embargo, en el escenario actual un salto cualitativo en el desarrollo del Perú no es posible en el corto plazo, puesto que, además de ser un país de desigualdades sociales gigantes, aún somos parte de un Perú que no promueve ni invierte adecuadamente en ciencia, tecnología e innovación (CTI).

Intentemos entender que invertir en ciencia implica, en primer lugar, crear un programa integral de fomento a la investigación científica, así como un flujo constante de recursos administrativo- financieros destinados a actividades científicas en todos sus niveles. Consideren urgente fortalecer el sistema de CTI, invertir en instituciones capaces de llevar a cabo investigación científica al más alto nivel, implementar políticas de inclusión educativa basada en evidencias, ampliar la participación de la comunidad científica en la toma de decisiones, garantizar instituciones educativas donde los estudiantes desarrollen su potencial cognitivo-emocional en ambientes que despierten su creatividad y donde sean valorados por su contribución a la sociedad en vez de ser mercantilizados como vulgares clientes.

No tendremos un avance cualitativo real si, además de conseguir el soporte necesario que deben brindarnos las instituciones gubernamentales, seguimos normalizando actitudes tóxicas, racistas, anti-científicas y elitistas que auspician la exclusión y construcción de un ser social “vivo”, “palomilla”, “pendejo”, etc. En contraposición, se torna crítico formar ciudadanos creativos pero honestos, socialmente responsables, respetuosos de la diversidad en todas sus variantes, de alto sentido (auto) crítico, peruanos con empatía fuerte por el ser humano y en armonía con el medio ambiente del que forman parte.

La creación de una política sólida y dinámica de CTI, que mande al olvido nuestra empobrecedora tendencia a pensar en logros por “gestiones” pero no en la planificación a largo plazo, constituye un requisito para constituirnos en un país digno, moderno y económicamente estable. ¿Sólo la ciencia y los científicos van a reconstruir nuestro país? Ciertamente no, pero, dada la oportunidad, contribuirán a hacerlo posible. No obstante, el gran salto comenzará en el momento en que comencemos además a cerrar las brechas sociales y que sintamos que ser peruano significa esforzarnos diariamente por construir una sociedad que nos enorgullezca, un país mejor. ¿Mejor para quién? Pues para todos, centremos nuestros esfuerzos no sólo en lo que nos beneficia individualmente, pensemos en la felicidad de los otros como si fuera la nuestra también. Comencemos a pensar no en singular sino en plural, en nosotros, en colectivo, y cuando digo nosotros me refiero a todos los demás, no únicamente a aquellos con los que simpatizamos o que piensan de forma similar, digo todos.

El Perú cuenta con habitantes talentosos y creativos que pudieran aportar más activamente a encontrar alternativas de solución a nuestras mayores dificultades, brindémosle a ellos una oportunidad y construyamos un ambiente propicio para que nos muestren que es posible algo mejor que esta realidad egoísta y embrutecedora. Por otro lado, para los que se preguntan por el lado económico de este asunto, no olvidemos que la ciencia genera empleos y conocimiento que se traduce en soluciones, que a su vez pueden contribuir al crecimiento económico y bienestar social. Por tanto, destinar recursos a la ciencia no es un gasto, es una inversión razonable y, más que nunca, necesaria.

Finalmente, ya basta de brindarle universidades pésimas a los jóvenes peruanos, basta de educar a los niños para convertirse en trabajadores sin mayores expectativas de realización personal que las de tener dinero e impunidad, ya basta de precarización de la educación, la salud y de obstaculizar el acceso de nuestr@s herman@s a una vida digna.

Paremos de conformarnos con poco, con un país que parece caerse a pedazos.

Empecemos a crear consciencia, mejor aún: crear con-ciencia.

#CrearConCiencia
#YoMeQuedoEnCasa

Robert Bernedo, PhD