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Sergio Nuñez es estudiante de Física en la UNI. Este año fue parte del programa REPU (Research Experience for Peruvian Undergraduates) y realizó una pasantía en Yale University, donde trabajó en el experimento PROSPECT, the Precision Reactor Oscillation and Spectrum Experiment, estimando la sensibilidad del nuevo detector PROSPECT-II en su busqueda de neutrinos estériles.


“¿Entro o no entro?”
“Ya estás acá, Sergio. Entra sin miedo”.
– Sergio Nuñez Silva (REPUPhysics 2020) en la puerta de la clase de Introducción a la Física Nuclear y de Partículas Elementales. La clase está por empezar.

Este año realicé mi primera pasantía en el extranjero, trabajé en el Wright Laboratory de Yale University. Más allá de mi trabajo, estar ahí ha sido una de mis mejores experiencias porque me mostró la inmensa variedad de campos y actividades que un estudiante de ciencias puede realizar.

Happy Hour. Aquel día les invité un Pisco.
Happy Hour. Aquel día les invité un Pisco.

Para empezar, como era esperado, en Yale siempre se respiraba ciencia de vanguardia, y uno no podía no aprovechar todo lo que la universidad le ofrecía. Hablo de charlas, conferencias, workshops, seminarios y defensas de tesis por doquier. También, era común cada semana cruzarse con nuevos anuncios de oportunidades para realizar pasantías de investigación, escuelas de verano y oportunidades de financiamiento. Esto abrió mi panorama de cómo la ciencia se mueve en el mundo. 

Al mismo tiempo, se impartían cursos que en Perú todavía no existen y donde las puertas siempre estaban abiertas a cualquier estudiante. Fue así como me colé a 3 clases: Física Cuántica dictado por R. Shankar (si eres físico, debes haber leído su libro cuando llevabas Mecánica Cuántica), Cosmología, e Introducción a la física nuclear y de partículas elementales dictado por Charles Baltay. Lamentablemente, no podía hacer mil clones míos para asistir a todos los cursos y rendir en mi pasantía, así que al final opté por quedarme en un solo curso: Física nuclear y partículas elementales.

Sabía que mi base en matemáticas y física me permitiría afrontar las exigencias del curso, así que quise dar un paso más allá que solo ser un alumno colado. Me armé de valor y me presenté oficialmente con el profesor. Le expuse mis razones por las que quería tomar su curso a pesar de que el ciclo ya había comenzado. Cuando escuche las palabras “You are welcome here”, estallé de felicidad (internamente, claro). No podía creer que no solo estaba en Yale University, sino que tan genial profesor sería ahora mi profesor también.

Unos días después, él me citó a su oficina y me entregó todo el material del curso; adicionalmente, me dio la libertad de entregar las tareas y dar el examen parcial si deseaba. Yo sin dudas acepté ese reto. Estaba estupefacto que alguien tan talentoso pudiera ser tan amable, humilde y no fuera receloso con sus conocimientos.

Aguanta, Sergio, y ¿que hay de tu lab? Pues en mi lab todos los martes tocaba asistir al Journal Club del impactos de la bomba atómica. ¿Suena extraño y aburrido? Pues todo lo contrario, imaginémonos a nosotros debatiendo sobre cuánto afectó este evento al mundo y de cuánta responsabilidad tiene un científico frente a sus descubrimientos, todo esto mientras comíamos nuestros recalentados. Temas tan profundos que sin embargo eran discutidos en un ambiente libre y amigable.

A la izquierda: Pizarra del salón minutos antes de comenzar la clase de Física Nuclear y de Partículas Elementales. “¿Entro o no entro?” A la derecha: Un collage de la gran cantidad de eventos y oportunidades internacionales que semanalmente era actualizado. De hecho, así me enteré de una, postulé y fui aceptado. ¡El próximo año viajo a Canadá!

Fuera de lo académico, Yale y su gente también me impresionaron por la manera en la que siempre fomentaban comunidad.  Por ejemplo en mi laboratorio, 11:59 am significaba que todos automáticamente dejábamos de trabajar para almorzar juntos. Almuerzos donde como regla podías hablar de todo excepto del trabajo.  Y los viernes a las 5 pm, como olvidar los viernes… ¡teníamos los Happy Hours! Un evento muy esperado por todos: profes, postdocs y estudiantes. Y es que nadie puede resistirse a un trago y pizza gratis, y donde conversabas de la vida con gente del departamento. Yale te hacía sentir desde un inicio parte de su comunidad.

Para mí Yale simbolizó libertad, compañerismo y ciencia. Vuelvo a Perú con una maleta llena de enseñanzas, ideas y sueños. Hoy sé que la ciencia es una gran colaboración que no conoce líneas fronterizas, y más bien, requiere de compañerismo a todos los niveles. No se avanza ocultando conocimientos, sino compartiendo, colaborando, difundiendo oportunidades. Ahora que lo entendí, quiero trabajar para mejorar la ciencia en mi país y como primer paso romper barreras entre estudiantes, asociaciones, profesores y autoridades en mi universidad. Es mi deseo y motivación ahora.

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