La grave crisis desatada por el SARS-CoV-2 además de traernos miedo e incertidumbre sin precedentes, también nos ha forzado a pararlo casi todo y de repente tenemos un tiempo extra para repensarnos como seres sociales y también repensar nuestro país y el mundo más allá de nuestro querido terruño. Sin aún entenderlo del todo, los medios masivos de comunicación comenzaron a hablar de curvas modeladas matemáticamente, “lockdowns”, respiradores mecánicos rediseñados, RT-PCR, pruebas moleculares, máscaras que ofrecían diversos grados de protección, vacunas contra el virus enemigo, aislamiento social obligatorio y otros conceptos que raramente eran usados por la población y que fueron ganando espacio en las conversaciones y los diversos medios de comunicación e interacción social. De pronto, Eureka!, descubrimos que los científicos son importantes para guiar las decisiones políticas, por el simple hecho de que en una situación como la pandemia que aún estamos viviendo, las decisiones asumidas por los políticos tienen que ser necesariamente basadas en la ciencia.
Es la ciencia que hace posible la (re)invención de los respiradores que tanto necesitamos, el desarrollo de nuevos métodos de detección del virus es realizado por científicos, es la ciencia que te explicará con evidencias por qué quedarte en casa contribuirá a minimizar el número efectivo de contagios, son los científicos que te dirán cuáles son las posibilidades de encontrar una cura, son ellos los que estarán trabajando incansablemente para hallar la mejor estrategia para combatir los efectos patológicos de la infección, son ellos los responsables de diseñar nuevos sistemas de monitoreo de los casos, de proyectar las medidas de contención de la pandemia, además de un largo sinfín de cosas que harían la situación infinitamente peor en ausencia de la comunidad científica.
En este sentido la pandemia del CoVid-19 nos ha dado la oportunidad de repensar el papel que tienen los científicos en nuestra sociedad peruana. Es curioso cómo un evento trágico podría servirnos para promover la fundación de un tiempo nuevo en que el Estado acoja a la comunidad científica como uno de sus pilares principales de desarrollo y nos tomen en consideración en la toma de decisiones. Sin embargo, un paso necesario para conseguirlo será unirnos previamente para sumarnos activamente a este proceso de reposicionamiento de la ciencia como elemento clave del bienestar social.
Vamos a llenar los espacios de comunicación de información científica importante y oportuna, de propuestas fundamentadas, vamos a acercarnos a las personas para divulgar lo que haga falta con objetividad y humildad profesional, vamos a hacer que confíen más en los científicos que en los charlatanes o pseudo-científicos que tanto abundan, ésta es nuestra oportunidad, no la desperdiciemos. Sólo lo lograremos si además peleamos unidos para recuperar condiciones dignas de trabajo, si nos agrupamos para forzar el mejoramiento de nuestra infraestructura científico-educativa. Es hora de comenzar a llevar la ciencia a las provincias, a las escuelas, a los sectores más necesitados, hora de aplicarla para salir de nuestra condición de país casi invisible en el mapa de producción de conocimiento científico de impacto internacional.
Es la propia ciencia que prevé el advenimiento de otras tragedias de alcance global originadas por diversas causas y necesitaremos estar preparados para asumir esos nuevos retos, por lo tanto tenemos que ser capaces de tener una sociedad capaz de desarrollar sus propias soluciones, en vez de ser un país que solo compra, alquila o adapta las soluciones creadas por otros. En tiempos donde el mundo entero necesita de los mismos recursos y soluciones, como en la actual crisis, lo único que nos podría dar espacio a resolver nuestros desafíos eficientemente sería producir localmente lo necesario para implementar nuestras propias soluciones en el ámbito nacional.
Por otra parte, es iluso creer que invertir más recursos financieros, aunque sea un punto crítico para el desarrollo científico, mejorará automáticamente el panorama actual en nuestro país pues necesitamos planes sostenidos de formación de personal altamente calificado en las universidades y demás instituciones educativas, programas de incentivos para que dedicarse a la investigación científica sea una opción atractiva de realización profesional para los jóvenes, necesitamos de muchas becas y subvenciones para democratizar el acceso a la formación científica y educación basada en evidencias en todos sus niveles. Otro punto importante es continuar avanzando en el esfuerzo emprendido para instituir estándares mínimos de calidad en nuestras instituciones, con el objetivo de conseguir articular buena educación escolar primaria y secundaria con un buen desempeño de los estudiantes en universidades competitivas adecuadas a estándares internacionales de calidad.
Otro asunto esencial a abordar sería la desburocratización de la gestión de los recursos destinados a la ciencia en nuestro país, toda vez que buena parte del tiempo de ejecución de los proyectos de investigación es invertido en resolver un sinnúmero de barreras burocrático-administrativas locales. Finalmente, deberían ser debatidas cuestiones críticas como el fortalecimiento de nuestras instituciones de fomento a la ciencia, la participación creciente de los sectores sociales menos representados en actividades científicas, así como el reconocimiento de la profesión de investigador científico y sus derechos laborales.
Consideremos aprovechar positivamente este momento sombrío para impulsar una sociedad peruana más inclusiva, eficiente y basada en el conocimiento científico, pues ésto será determinante para vencer los múltiples desafíos que se avecinan en un futuro cercano.
Mostremos que es posible, las futuras generaciones de peruanos lo agradecerán profundamente.
Robert Alvin Bernedo Navarro Microbiólogo, PhD en Biología Funcional y Molecular
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